Bert, mi jefe, ha tenido una de sus ideas locas: levantar a todo un cementerio de muertos muy antiguos que no molestaban a nadie. Vale, probablemente es un gran contrato que debería arregla mi contabilidad y para una reanimadora como yo, hay que reconocer que es muy gratificante. Resumiendo, voy allí, donde mi intervención se supone que debe arreglar un conflicto entre un constructor y una vieja familia local. Nada más llegar, descubro que un asesino en serie, necrophilo, necrophago o no sé qué actúa por allí. Seguramente sea uno de mis viejos amigos. ¡Hay veces que me dan ganas de cambiar un poco de aire!
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