Libro 2
Saga Angeles Caidos
La guerra entre el bien y el mal ha dejado el futuro de la humanidad en las manos de un salvador renuente y su banda de ángeles caídos. Siete pecados capitales que debe corregirse. Siete almas que deben salvarse.
El ángel caído Jim Heron ha completado su primera misión: ayudando a Vin Di Pietro a salvar su alma. Ahora él debe identificar y luchar contra un demonio que puede tomar cualquier forma. Como si eso no fuera suficiente, su antiguo jefe Matthias quiere que asesine a un miembro de la compañía AWOL - y Jim está seguro que debe salvarlo. Pero antes Jim tiene que encontrar a Isaac para advertirle, pero cuando lo encuentra ha sido detenido por la policía por una pelea ilegal callejera. Y está claro que él está cayendo en las redes de su maravillosa defensora publica - ¿podrá el amor redimir su alma? O este es el demonio Devina, quién está determinada a que Jim falle, y ha elaborado una intrincada trampa.
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Él se llamará Isaac Rothe. Es un mestizo, un guerrero, un hijo de puta y un sociópata según palabras de la propia autora.
Ella se llamará Grier Childe. Ella es WASP (es decir, una niña bien: bonita, lista y educada), también es abogada, aunque Ward especifica que no tiene ningún palo metido en el culo.
— ¿Estás loco?
— Sí. Demente —él la cogió y apuntaló su peso, manteniéndose cerca… lo suficientemente cerca como para que ella pudiese asestarle una buena si quería—. Voy a ser tu saco de boxeo, tu chaleco Kevlar, tu guardaespaldas… Haré cualquier cosa para ayudarte a conseguir esto.
— Estás loco —suspiró ella.
Cuando ella lo miró toda sonrojada y ardiente, el calor en la sangre de él aumentó… y los llevó a un territorio aún más peligroso.
Joder, ¿realmente necesitaba ponerse cachondo? Ahora no era el momento ni el lugar.
Así que, naturalmente, él le preguntó:
— Qué vas a hacer... ¿Quieres golpearme o besarme?»
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«Su mano enjabonada vagaba por donde no debía, yendo entre sus muslos y barriendo la parte inferior de su erección.
— Joder —apretó los dientes cuando deslizó la mano hacia abajo, la fricción se intensificó…
Se obligó a desviar esa maldita mano. Y terminó de lavarse el pelo tres veces en un intento por mantenerse ocupado. Llevando así el infierno fuera. Por supuesto, la mejor solución era salir de la privacidad y la calidez seductora de la ducha, pero no podía convencer a su cuerpo para que se dirigiese a la alfombra de baño.
Antes de darse cuenta, su erección estaba haciendo la cosa del imán-al-acero y la palma de su mano trataba de regresar a casa… y él abandonó la lucha.
Sucio. Lascivo. Cabrón.
Sin embargo, se sentía demasiado bien ese agarre que él imaginó de ella y esa sujeción, que se deslizaba y se enroscaba en la punta.
Además, ¿cuáles eran sus opciones? ¿tratar de ignorarlo? Sí, claro. Tiró de los pantalones del pijama, iba a ser un Barnum & Bayle obsceno –una tienda de campaña y algo más. Y tenía que ir a verla antes de que estallase.»
5 de Octubre 2010
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