
Todo empeñó al despertarse con el crepúsculo... y descubrir que un fantasma había invadido su santuario secreto. Aquello fue el comienzo de un peligroso juego nocturno. A Henry se le permitía formular una pregunta a su misterioso visitante. Si la respuesta era no, alguien (inocente y desprevenido) moría. Pronto resultó evidente que lo que este espectro quería (y los otros que con el tiempo se le unieron) era vengarse de los responsables de su muerte.
Henry no podía dar con el origen de esos asesinatos por sí solo, no podía desoír a sus no deseados huéspedes. Sólo tenía una opción, llamar a la detective privada Vicki Nelson y pedir ayuda. Henry tan sólo esperaba que ambos, Vicki y él, sobrevivieran a la experiencia...